23 mar 2009

¿Cómo los medios y las TICs pueden apoyar a la formación de emprendedores?

Por: José Ignacio Mason Izquierdo
Magister Comunicación mención Educación
jimason@puc.cl

Se ha pasado desde un momento histórico dónde la exclusividad de los conocimientos y la transmisión de éstos estaban confiados exclusivamente a las instituciones previamente creadas para formar niños, jóvenes y adultos, a un período dónde estas mismas instituciones comparten su rol con las herramientas que proporcionan las TICs. En otras palabras, cómo dice Pérez Tornero “las escuelas y las universidades ya no son los centros de la racionalidad, ni los únicos que controlan la distribución del saber”. Esa función es ahora compartida con la prensa escrita, la televisión, la radio, los reproductores mp3, la telefonía celular e Internet y sus variadas aplicaciones. [1]

A diferencia de lo que sucedía hasta hace dos décadas, cuando pocas personas tenían acceso a las tecnologías de las comunicación e información, y las que lo tenían, debían conectarse por medio de lentos computadores conectados a Internet exclusivamente a través de líneas de teléfono; en nuestros días las TICs son de alta velocidad, pueden ser inalámbricas y se han transformado en una herramienta multimedial, hipertextual e interactiva indispensable para la educación. [2]
Su rol de plataformas donde se podía apreciar una especie de collage de imágenes, textos y sonidos ha dado paso a una etapa en la que los usuarios encuentran y descubren varios medios que, gracias a estas tecnologías, convergen en un solo lugar dando origen a la multimedialidad. A la par, estas tecnologías son hipertextuales; es decir, brindan a las audiencias la posibilidad de moverse por un mar de contenidos creados por un autor que los presenta con un discurso no lineal. A lo anterior lo sucede una interactividad donde los usuarios establecen una especie de “conversación” con las tecnologías, sus contenidos y también con otros usuarios teniendo así el control de lo que consumen.
Un cuarto punto, más allá de la multimedialidad, hipertextualidad e interactividad lo constituye la denominada web 2.0. Aquí el consumidor pasa a ser a la vez un productor de contenidos. Chris Anderson lo señala del siguiente modo: “la vieja estructura monolítica de la industria donde los profesionales producían y los aficionados consumían, ahora es un mercado en dos direcciones donde todos pueden estar en cualquier campo en un momento dado”. De esta manera se refiere al papel, cada vez más importante, que están adquiriendo las audiencias donde es claro que dejaron de ser seres pasivos para convertirse en activos. [3]

Por su parte, el académico Eduardo Arriagada nos recuerda que hay una nueva generación de personas que se relacionan con las tecnologías, con Internet y con sus contenidos no únicamente como mera audiencia pasiva sino, por sobre todo, como creadores de contenidos y “hambrientos de participación”.[4] Así entonces, el tradicional usuario caracterizado antiguamente como un persona apática, anónima y aislada, generalmente sentada en un sofá consumiendo comida chatarra, se ha transformado en una persona activa que recibe, interpreta y co - participa en la creación de los contenidos que encuentra a su alcance.

Es frente a este público y con estas herramientas con las que los formadores de emprendedores en Chile pueden llevar adelante su labor. Las charlas, cursos, y otras instancias usadas en nuestros días pueden ser aún más eficientes en sus propósitos haciendo uso de las TICs.
[1] Pérez Tornero, José Manuel. Comunicación y Ecuación en la Sociedad de la información. Página 42.
[2] Goldenberg, Sergio. La interactividad: el desafío pendiente del periodismo on line. Santiago de Chile. Cuadernos de Información Nº 18. 2005 Facultad de Comunicaciones Universidad Católica de Chile. Página 80.
[3] Anderson, Chris. La economía Long Tail. De los mercados de masas al triunfo minoritario. p 113
[4] Arraigada, Eduardo. Reseña de libros: El futuro de los medios y la integración de los usuarios. Santiago de Chile. Cuadernos de Información N º 20. 2007. Facultad de Comunicaciones Universidad Católica de Chile. Página 116.

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